
Eran las 3:10 de la tarde, por los
espacios entre las palmeras salían los fuertes rayos de sol, en un lugar muy
reconocido por los caleños, la Plaza de
Caicedo, la misma donde se encuentra la estatua de Joaquín de Caycedo. Hace
un par de años era un parque estilo Europeo con rejas, arborizado con árboles
grandes y palmeras que sobrepasaban los edificios cercanos, como el palacio de
justicia y otros, ahora sólo quedan pocos árboles pequeños y unas cuantas
palmeras.
Por todo el lugar se percibe un olor
apestoso, se encuentra llena la plaza a esta hora, ya que es donde los adultos
mayores vienen a relajarse y estar en un ambiente fresco además de
tranquilidad, se encuentran los desocupados o desempleados y pensionados, los
habitantes de la calle que aprovechan el fresco pasto o los andenes para
dormir y se encuentran los vendedores
ambulantes, que se acercan a los visitantes atrayéndolos a ver su actuación o
simplemente a ofrecerles su servicio o producto.
Una melodía llama la atención, justo
al frente del edificio Otero se encontraba un joven tocando un instrumento muy
distinto a los acostumbrados, se trata de un caparazón parecido al de la
tortuga, color negro y sin ningún tipo de abertura, del que sale una hermosa
melodía al ser tocada como tambor por el joven, que tiene un aspecto que le
hace parecer más viejo, pues trae una barba y cabello largo, vestido con una
camiseta anaranjada un poco sucia y maltratada, una sudadera color gris que
llega hasta cinco centímetros debajo de su rodilla. En sus ojos se puede ver el
entusiasmo que le provoca enseñar su talento con los transeúntes que paran sólo
para verlo tocar y se acercan para darle unas cuantas monedas.
Admirando al jóven se encuentra un
señor de unos 70 años de edad, sin cabello, vestido con una camiseta formal
color azul cielo, un pantalón largo de color beis y unos zapatos color café
oscuro, se acerca y comenta que se encontraba fascinado por la presentación de
este joven, además que venía todos los días a la plaza a sentarse a leer, o a
visualizar el panorama, también, que la plaza de Caicedo había cambiado mucho a
lo que era hace 50 años, antes cuando iba, se encontraba con personas muy
formales, las mujeres eran muy reservadas, andaban vestidas muy elegante, con
vestidos largos, guantes blancos y con velos, mientras que los hombres se
encontraban vestidos de paño, sombreros, guantes negros, corbatín y
calzonarias, además se encontraban personajes poderosos junto a sus autos de
alta gama, se cuadraban taxis y carros alrededor de la plaza, cosa que ya no se
puede.
Hace 50 años no sabíamos que era
robar, todos nos encontrábamos con nuestras pertenencias como reloj, cadenas a
la vista y ninguna persona se acercaba a hacernos daño, incluso en los andenes
se encontraban en la mañana borrachos con sus pertenencias, y nadie les robaba
o hacía daño. Esta cultura ha ido cambiando con el tiempo, hace tres años nadie
podía pasar por aquí después de las seis de la tarde, porque se exponía a un
robo, pero la policía hizo su aparición y ahora podemos encontrarnos más tranquilos.
Encontrábamos a los llamados
“Tinteros”, que eran los encargados de realizar cualquier escritura de
propiedad junto a sus mesas y máquinas de escribir, era muy llamativo ver a
estos hombres realizar su trabajo. No se encontraban habitantes de la calle,
este lugar era lleno debido a la cantidad de turistas que visitaban la estatua
de Joaquín, y se hacían fotos con ella, o también con las edificaciones,
arquitecturas y antigüedades, de lo que ahora sólo se encuentran en recuerdos.
Frente al actual palacio de Justicia
se podía cocinar en leña, pero ahora este espacio es ocupado por las jóvenes y
mayores que trabajan vendiendo su cuerpo. Ahora de este hermoso parque descrito
por Robín Muñoz sólo quedan fotografías y recuerdos, en la actualidad esta plaza
o parque turístico se convirtió en un lugar comercial, a lo que Robín llama
“Plaza Comercial”.
Al rondar esta pequeña plaza
considerada el centro de la ciudad, se pueden ver los vendedores ambulantes que
ofrecen sus servicios o productos a cualquier persona que se encuentre allí,
todo tipo de ventas se pueden visualizar, tales como los yerbateros, vendedores
de vive cien, bonices, cholados, hasta los que venden artesanías o sus cuerpos.
Aparte de estos ciudadanos que
quieren salir adelante, se encuentran mayores de edad leyendo un periódico,
emboladores, o personas durmiendo en los andenes. La falta de cultura ha
llevado a que este lugar que se encontraba lleno de reliquias sea transformado
sólo en un espacio comercial.
Los personajes con mucho dinero y las
elegantes damas no volvieron, la razón es que temen a que sus pertenencias sean
robadas. Ahora no hay respeto por el espacio en que están ya que se ve que
desde un joven hasta un adulto mayor no son capaces de dirigirse hacia la
caneca para botar lo que han consumido, en cambio prefieren dejarlo ahí en el
suelo.
Por tener este pensamiento
consumista, ese que sólo se piensa en obtener ganancias, sin darse cuenta que
están perdiendo la cultura, esa cultura que los caracterizaba más que por ser
caleños, por ser seres humanos.
Disqus comments